lunes, 23 de mayo de 2016

Por memoria, verdad y pluriculturalidad

Por Lautaro Peñaflor- Bahía Blanca
lautaropenaflor@yahoo.com.ar
Un buen marco de público acompañó la propuesta

El 19 de Mayo es un día con especial significación para Bahía Blanca. En la madrugada de ese día, pero de 1859, una gran cantidad de hermanos del pueblo mapuche fueron capturados, tras un enfrentamiento en el boliche Piu Iturra (ubicado en la actual intersección de las calles Zelarrayán y 19 de Mayo), y posteriormente, masacrados y apilados en la actual Plaza Rivadavia. Posteriormente, se los prendió fuego, según cuentan los pueblos de la ciudad.
Es por ello que cada año, en esta fecha, la Comunidad Kumelen Newen Mapu y FM De la Calle, organizan un espacio de memoria y reflexión llamado “Bahía Originaria”. Este año, se desarrolló la quinta edición, que contó con la muestra fotográfica y un seminario, bajo la consigna “Prisioneros de la Ciencia”, alusivas al trabajo del grupo GUIAS (Grupo Universitario de Investigación en Antropología Social), de la Universidad de La Plata. 

La exposición se encontrará disponible hasta el 27 de Mayo en el Centro Histórico y Cultural de la UNS, situado en Rondeau 29. En tanto, la disertación tuvo lugar en el mismo lugar, a las 17 del jueves 19. En la misma, los antropólogos Fernando Pepe y Miguel Añón Suarez, hicieron especial hincapié en la necesidad de reconocer y trabajar en la reparación del genocidio que sufrieron los pueblos indígenas. 
“El seminario muestra un material fuerte, porque es la prueba de un genocidio. Nuestro trabajo va trabajando con los cadáveres exhibidos en el Museo de La Plata, y también en otros lugares, y descubrimos que contamos con la evidencia de la masacre, que no está escrita ni está hablada:, se encuentra en los mismos cuerpos, escritas con sangre”, explicaron los disertantes. 

Su trabajo de reconstrucción se inició en el año 2006, y desde allí, trabajaron en pos de recuperar y restituir cuerpos pertenecientes a las comunidades indígenas, que habían sido capturados siglos atrás, con el objetivo de estudiar sus cuerpos científicamente.
Si bien los pueblos originarios representaban la mayoría de la población de la época, su cultura no era la dominante. En tal sentido, los antropólogos explicaron: “No se trataba del pensamiento de una época. Los pueblos eran un gran actor de la época, el mayor. Estaban inmersos en la sociedad y actuaban. Se trataba del pensamiento de una elite hegemónica”.
Claro que la captura de integrantes de comunidades indígenas, como si fueran animales de caza, traía consigo una reducción de los mismos al status de cosas. Al punto, de que en junio de 2006, el grupo GUIAS encontró que en aquella época, a pesar de restituir el cadáver del Cacique Inakayal, se habían quedado con su cuero cabelludo y su oreja. “Esto prueba la minimización que había: no se trataba de personas, de sujetos de derechos. Eran un cráneo, un cerebro, un cuero cabelludo, una oreja. No son seres humanos, sino objetos de exhibición”, ampliaron los expertos.

El grupo también trabajó con fotografías encontrando en las mismas, gran cantidad de muestras de dicha desvalorización. No sólo se los capturaba para exhibirlos, sino que también se los hacía trabajar y se los fotografiaba. Las imágenes los mostraban siempre desnudos, e individualmente. La explicación de los miembros de GUIAS al respecto, es que “se trata de la construcción de un discurso acerca de los pueblos originarios, con la intención de mostrarlos como primitivos, salvajes. Nosotros entendemos que esa construcción tuvo que ver con legitimar el genocidio hacia los pueblos indígenas que estaba sucediendo: desaparecían por su propia condición de salvajes, y no culpa del Estado. Nosotros podemos probar que se toma a los prisioneros completamente vestidos, y se los desviste para la foto”.
A lo largo del seminario, se mostraron gran cantidad de artículos periodísticos de época, archivos epistolares, datos del museo, que denotan aquel relato de cosificación. Por ejemplo, se mostraron rótulos de las exhibiciones, en las que se describía a una mujer indígena como “´india, mestiza, araucana, africana”, explicando que se los consideraba especies extrañas, de exhibición. 

Respecto al anclaje en la actualidad, los expertos fueron determinantes al explicar que no se trató de un genocidio que queda en el pasado y que sólo afecta a los pueblos indígenas, sino que son hechos que se encuentran en línea directa con muchas problemáticas actuales. Entre ellas, el conflicto territorial. “En aquella época no sólo se quedaban con los cuerpos, sino que se apropiaban de los cementerios y de las parcelas. El derecho más importante de los pueblos, es el derecho a la tierra. Ese territorio debe ser restituido, no basta con otorgarle pequeñas parcelas, que no son las que les pertenecen”, explicaron Pepe y Añón Suarez.
Los investigadores establecen una conexión entre el segundo gran genocidio argentino- al que consideran reconocido política, cultural y socialmente- y consideran que debe seguirse en el mismo camino hacia el reconocimiento del genocidio de los pueblos indígenas. 
Es en aquellos primeros pobladores de nuestra tierra, maltratados y marginados a lo largo de la historia, en quienes reside gran parte de nuestra identidad. Por ello, valorarlos y otorgarles un lugar predominante, en el marco del respeto hacia la pluriculturalidad, para así, “ir juntos ir por el camino de la defensa de los pueblos, que es la defensa de la democracia”, según concluyeron los expertos.


1 comentario:

  1. Lautaro tu nota es excelente, en redacción, contenido y temática elegida. Una vez más ponés de manifiesto tu interés por las minorías. Zulma

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