domingo, 19 de noviembre de 2017

“Con la diabetes vamos juntas, pero yo le digo qué hacer”.

Por Patricia Berrut
“La diabetes es una enfermedad que va conmigo me siento 
afortunada de ser parte de este milagro de la tecnología”.
Un grupo de investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) con lugar de trabajo en el ITBA, Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y Universidad Nacional de Quilmes (UNQ), desarrollaron el ARG -Automatic Regulation of Glucose-, un algoritmo que comanda la bomba de infusión de insulina en personas con diabetes tipo 1. El mismo consiste en un sistema de control automático que realiza las funciones del páncreas para regular los niveles de glucosa en sangre.
El sistema inyecta automáticamente la cantidad de insulina que la persona necesita en cada momento. Su objetivo es regular de forma automática el valor de azúcar en sangre (usado con diabetes tipo 1. Se compone de un sensor continuo de glucosa, una bomba de infusión subcutánea de insulina y un Smartphone, en el cual se programa el algoritmo diseñado por los investigadores argentinos.
Patricia Tenaglia, de 45 años, tiene diabetes y ha logrado llevar un ritmo de vida similar al de cualquier otra persona. Hoy con un algoritmo que comanda una bomba de infusión automática de glucosa.
Tenaglia nació en San Francisco de Belloqc, partido de Tres Arroyos, actualmente radicada en Capital Federal. Ella forma parte, como paciente, del desarrollo del páncreas artificial elaborado por técnicos del CONICET desarrollado en nuestro país.
El diagnóstico
“Al principio, cuando me detectaron, a los 21 años, fue como un shock, porque la diabetes en sí es una enfermedad que es como silenciosa, que se lleva y se puede llevar muy bien, pero sino puede complicarte mucho el día a día”.
“Al comienzo decía –“soy diabética”, pero con el tiempo empecé a decir –“tengo diabetes”, porque yo soy otras cosas, soy feliz, amable, buena gente y tengo diabetes”-enfatizó.
“Tuve diez días de internación y después de eso empecé a tratarme en el Hospital Italiano, con el Dr. Luis Grosembacher, el profesional que está haciendo el tratamiento de páncreas artificial, y que conozco hace 24 años”.
“Por aquella época, no había lapiceras como ahora, era con jeringas y me tenía que inyectar dos veces por día. Yo me sentía muy atada, iba a la facultad y me complicaba bastante, medirme, anotar lo que tenía que comer, pesar comidas, mantener los valores. En fin, un día le digo a Luis, mi doctor, que no sabía qué hacer con esto, y me preguntó: -“¿vos qué querés, llevar la mochila o que la mochila te lleve?”; a lo que respondí: -“yo quiero llevar la mochila”. Para eso, me dijo, que tenía que inyectarme cinco veces por día, y que era un tratamiento intensivo, para lo cual accedí”-indicó.
En cuanto a la bomba de insulina, que se cambia cada cuatro años, porque tiene fecha de vencimiento, acotó: “yo tengo una bomba de insulina con un sensor que indica la cantidad de glucemia el valor que tenés en ese momento y el algoritmo le dice a la bomba cuanto tiene que inyectar en todo momento, sobre todo cuando la glucemia se eleva”, a la vez que explicó que “éramos cinco pacientes, tres mujeres y dos varones, todos completamente monitoreados”.
El páncreas artificial les permite a los pacientes, no estar pensando cuántos hidratos de carbono tiene que comer, cuántos consumir para poder inyectarse.
En este sentido, dijo: “es muy importante en la vida de un diabético, porque gracias al algoritmo, el cuerpo resuelve los hidratos de carbono y es una preocupación menos, me ayuda a no tener que estar ocupando el tiempo en contar los hidratos y sí ocupar mi tiempo en estar relajada, en seguir, en definitiva es tener calidad de vida”.
Patricia es licenciada en Comercio Internacional, le gusta pintar y hace unos años comenzó a meditar con el método Kundalini.
“Hice terapia muchos años y un día descubrí que la meditación lograba mostrar las virtudes de una persona, además veía gente con cara feliz y me decía: -yo quiero estar así, contenta, quiero estar bien”; entonces empecé con el método Kundalini, meditar con mantras y eso me resultó, me tranquilizaba mucho. Al meditar notas que algunos alimentos te sobran, entonces como más sano, más allá de que con la diabetes tenía que comer relativamente equilibrado. Dejé de comer carne, harinas blancas y algunos lácteos, esto me hizo sentir mucho mejor”-puntualizó.
“No todos los cuerpos son iguales, yo creo que uno tiene que comer y tomar lo que le hace bien. Por eso empecé con una nutricionista semi-naturista y esto me ayudó muchísimo”.
En éste sentido, agregó: “si cada uno busca su esencia y trata de sentirse bien y estar bien, es lo mejor que te puede pasar. Lo que jamás hice con la diabetes fue ser víctima. Al contrario, el día que me dieron el diagnóstico, no quería que nadie me viera mal. Además justo ese año tuve el mayor promedio en la facultad, por eso fui ayudante de cátedra y seguí trabajando, todo eso en un solo año y la diabetes”.
“Hoy me doy cuenta que la enfermedad vino a mi vida por algo, y es poder ayudar a otro con mi conocimiento. Estoy agradecida por estar en el momento justo, con el médico adecuado”.
“Gracias a la diabetes empecé a sanar el alma, sanarme por dentro, mi persona. El cuerpo a lo mejor se sana. Pero es una decisión de cada uno. Es una decisión de vida. La diabetes hay que llevarla encima, meterla en la mochila, porque vamos juntas, pero yo le digo que hacer, yo domino”-concluyó.

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